Porque como dijo Benjamin Franklin ''La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días'', y yo lo he podido vivenciar en carne y hueso.
Hoy quiero centrarme en el arte, porque dentro de todas los regalos que recibí esta semana, entre todos los pequeños gestos y alegrías que hicieron esta semana; hubo dos eventos en particular que se salieron de lo común y que me hacen no poder dejar de escribir al respecto. Y es que conocí a dos GRANDES artistas. Realmente grandes.
Izquierda: De ''Heimat'' , Felder de Iris Eichenberg, prendedor de plata, botones y piel.
Derecha: Escultura de Fernando Casasempere
Muchas veces escribo para opinar, o presentar puntos de vista de la actualidad y de lo que está pasando pero esta vez sólo tengo ganas de compartir lo que significa y ha significado para mi el arte, especialmente en esta semana.
Como muchos saben, trabajo desde agosto del el año pasado en Joya Plástica. Es increíble pensar que escribí una entrada acerca de la marca, sólo por lo increíble que me parecía que existiera algo así, que trabajara con un desecho como el plástico y de manera tan magistral. No sé si se me hubiese ocurrido en ese entonces que en algún momento me sentiría como parte (igual importante) de este increíble proyecto. Porque a pesar de que no soy parte de la familia de sangre de Joya Plástica, me siento muy parte de ella.
Una de las cosas que más me gustan de esta marca, y que me ha llamado la atención del principio, es la visión de diseño de las creadoras, que por tratarse en su origen de una verdadera artista (Pía Calderón), se transfiere en todos los productos que pasan a ser verdaderas piezas de arte. Es difícil ''camuflar'' el reciclaje, sin embargo Joya Plástica lo hace de manera realmente admirable, lo que se traduce en productos que cuesta creer están fabricados con bolsas. Esa visión de diseño de autor, que valora la innovación, la expresión artística, la libertad en la creatividad, han hecho un agrado mi paso por la empresa, y son algunos de los factores que hacen que el trabajo jamás pierda atractivo, que jamás se vuelva aburrido.
Esta posibilidad de trabajar en Joya Plática, fue lo que esta semana, me dio la oportunidad de conocer el trabajo de Iris Eichenberg (alemana), una de las referentes internacionales más importantes del mundo en joyería contemporánea. Una verdadera artista, de tomo y lomo. Mis ''jefas'' me invitaron a una charla y exhibición de la artista en Walka, la escuela de joyería contemporánea a la que asisten.
Llegamos a una sala no muy grande, era uno de los talleres y ahí estaba ella. Muy sencilla nos pidió que por favor la interrumpiéramos porque no quería ponerse en un pedestal, sino hacer de esto más una conversación colectiva. Y así nos fue contando su historia y trayectoria. El valor que tenían sus piezas, la carga emotiva que traían, su proceso de creación. Habló del valor de los errores, de abrazarlos y hacerlos parte del trabajo; de su relación con el cuerpo humano y de cómo ha intentado descifrar la humanidad en su estructura; de enfrentar aquellas cosas que nos disgustan, poniéndolas frente a nuestros ojos, ''incomodándonos''; del valor de generar un diálogo entre objetos, de lo artesanal...Uf¡
Sus creaciones no eran especialmente ''lindas'', y no pretendían serlo. Se refirió a la búsqueda de generar cosas que al mismo tiempo que causan hasta repulsión, generan cierta admiración que ''dan ganas de acercarse'', y todo era una alegoría a su propio ser. Sus experiencias y su vida, pero siempre intentando proyectar su visión al mundo, sin encerrarse en sí misma.
Y al final pude conversar con ella. Muy cercana, sin ningún aire de grandeza, le conté que me llamó la atención eso de ''abrazar los errores'', que yo me equivocaba mucho cuando ''creaba'' algo, y ella me corrigió ''No errores, regalos''. Esa sencilla pero profunda frase me quedó marcada; los errores son situaciones únicas, que se escapan de nuestro control, y eso es también algo de un valor tremendo. Y uno podía verlo en su trabajo, que tuvimos la poco usual oportunidad de poder tocar.
Son pocas veces que uno tiene la oportunidad de conocer tan de cerca un artista y de ''entender'' el arte desde su origen. Tantas veces incomprendemos el arte, especialmente el arte contemporáneo. Lo juzgamos porque no es ''evidente'', o porque muchas veces creemos que ''cualquiera podría hacer eso''. Sin embargo, los grandes artistas lo son por una razón, y es que son capaces de que su trabajo tenga un discurso. Los verdaderos artistas son aquellos inquietos, inconformistas, que buscan hablar a través de su trabajo. Que intentan hacer cambios a través de sus obras. Son aquellos que desarrollan obras profundas, no quizás en técnica o visualidad, sino en contenido, en conceptualidad. Porque una buena obra no puede ser superflua. No puede ser ''porque sí'' o porque ''se ve bonito''. Y pasa lo mismo con el diseño, en todas sus áreas. En mi área, el diseño de vestuario, también se ve. Los grandes diseñadores son verdaderos artistas, y su trabajo es consciente y con contenido. Y eso se nota. Genera una carga en las cosas diferente, les agrega valor y expresividad.
Iris Van Herpen, ejemplo de lo conceptual en la moda. Una Maestra
Esa misma consciencia en el discurso, esa expresividad intranquila, esa carga conceptual responsable, la pude ver también en ''Mi Andadura'' , la exhibición del escultor Fernando Casasempere (chileno), en el Museo de Bellas Artes.
En la primera sala, el artista explica, como en su casa,
''Me gusta recibir a mis visitas con flores''
Tuve la suerte de encontrar al artista mismo explicando su trabajo. La muestra mayoritariamente de cerámica (su especialidad), partía en un campo de flores de papel que llenaban el salón central del museo, y que se repetía desde el cielo con flores colgantes. Parecía un comercial de Kenzo, pero mucho más potente, con mucho simbolismo. Desde ahí el artista nos guió por el recorrido de su trayectoria, nos explicó su evolución y de qué forma su vida se reflejaba en sus piezas. Nos dejó tocar las esculturas, igual que con Iris, algo muy poco usual en un museo; nos habló de la importancia de la herencia cultural precolombina, de lo relevante que era para él educar a través del arte, de hecho, por el tiempo que se exhibe su obra, se organizó para dictar talleres a ceramistas. Su mirada sencilla, de líneas limpias, se traducía en su persona. Un hombre alto, de mirada amable, pero que denotaba sencillez. Muy abierto a escuchar preguntas, nunca haciéndose sentir más que quienes admirábamos su trabajo. Fue un verdadero regalo tener la oportunidad de conocer su obra de mano de sus propias palabra y fue también un regalo el poder saludarlo una vez terminada la guía.
Estos dos artistas, que además de deleitar con sus obras, revelaron la más pura humanidad y sencillez, fueron un ejemplo palpable del poder que tiene el arte. De su capacidad de comunicar y de la potencia que tiene al expresar. No me queda mucho más que agradecer que se hayan dado las circunstancias de compartir con ellos y si alguien lee esto antes del 29 de mayo, entonces aún tienen la oportunidad de conocer la exhibición de Casasempere en el Museo Nacional de Bellas Artes. Realmente vale la pena, se los recomiendo.
Que cada vez sean más las personas interesadas en estos temas, porque la cultura y las artes hablan de la sociedad, tienen un discurso potente, y si nadie lo escucha, ese discurso se pierde y muchas veces puede ser útil para el desarrollo no sólo cultural de un país, sino de la humanidad misma.
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