Me “floreció” hablar acerca de este tema por Julio. La
verdad es que yo nunca he “perdido” (por todo lo que voy a escribir nunca es una pérdida realmente)
a algún familiar (sólo viejitas tipo bisabuelas que ya había vivido en su
plenitud), entonces la partida de Julio tocó muy profundo mi corazón. Y el
hecho de que el fuera como fue, lo hizo un evento aún más potente en mi vida.
Ojalá puedan compartir, o quizás no y debatir mi punto de
vista, porque una de las cosas que agradezco de esta era de las redes sociales,
es que nos permitan compartir ideas como acá.
Quizás sea demasiado personal, pero como ya lo he hecho
antes, me vuelvo a arriesgar, total, no hay nada realmente relevante que pueda
perder…
Desde que recuerdo tener la capacidad de razonar más
reflexivamente, y según mi fe, de muy chica siempre me llamó la atención la
connotación negativa que existía en relación a la muerte. Por qué la gente le
teme, si realmente significa el paso a algo mejor, y no un poco mejor, o mucho
mejor, algo requetecontrasuperhipermucho mejor. Entonces, ¿Cuál es el temor?
Yo pensaba “Si el día que me muera es el día en que me voy a
encontrar con Dios, entonces, ¿Por qué hay que esperar tanto? ¿Por qué la gente
no QUIERE morir? ¡OBVIO que yo anhelo ese momento!”
Todas estas ideas siempre tomando muy en cuenta eso si, que
la decisión del momento en que este encuentro debía ocurrir no es de los
hombres sino de Dios y que debemos respetar sus tiempos.
Sin embargo, igual me costaba entender que creyendo en
Cristo, en lo que fue su misión y Resurrección, sintieran incertidumbre y miedo
a la hora de enfrentarse a la idea de morir.
Y es verdad, se supone (perdónenme sacerdotes por decir “se
supone”), que no todos nos vamos al cielo, y realmente no hay cómo saber si uno
fue, está siendo o será lo suficientemente bueno como para poder llegar ahí. Y claro, con incertidumbre, cómo no
temer si es que una de las posibilidades es quedar dentro del infierno como lo
plantea Dante en la Divina Comedia, viviendo un horror eterno. Así cualquiera le teme a la muerte.
Sin embargo, si yo, si tu, realmente crees en la
misericordia de Dios, ¿de verdad crees que, a pesar de no ser digno, Él no te
dejaría llegar a sus brazos? Si aquí en la Tierra, con esa misma carencia de
dignidad, entra en nuestros corazones a través de la eucaristía. ¿Por qué ahora
no permitiría que nosotros fuéramos parte de Él, tal como Él mismo se introdujo
en nosotros?
Me acuerdo que en una misa, no me acuerdo que estábamos
renovando, pero uno de los puntos, era (no me acuerdo cómo estaba redactado)
acerca de prometer no ser soberbio y creer que uno tenía ganado el cielo. Yo no
estuve de acuerdo. No digo que yo me crea santa ni que esté segura de que para
allá voy, pero si me creo capaz de hacerlo, si creo que SÍ puedo vivir acorde a
lo que el Padre me pide para irme con Él, si fijo eso como una meta de vida. Si
creo que estoy tan cerca que puedo saborearlo, ¿acaso no será más fácil
enfrentar la vida intentando mantener viva esa esperanza? Viviendo en función
de la santidad, de llegar alto. Nadie es perfecto, bueno, sólo Dios. Nosotros
somos perfectibles y eso nos invita a ser siempre mejores. Jamás vamos a poder
sentir que hicimos suficiente porque siempre va a haber más. Por eso nuestro
anhelo nunca va a tener fin, por lo que nuestra esperanza no debería cesar,
hasta el día en que, habiendo vivido lo que Él, desde la eternidad preparó para
nosotros, sea Él, quien decida tomarnos de la mano y hacernos Uno en un abrazo
eterno.
Y lo mejor, es que a pesar del dolor que quede en la Tierra, nunca, pero nunca vamos a estar más cerca de los nuestros como ahí.
En fin, los invito a mirar la vida así, a vivir siendo la
mejor persona que puedan ser y a jamás temer a la muerte, porque ahí parte la
VIDA verdadera, la mejor y más feliz.
Por último, no tengo ninguna intención de morir aún, pero desde
ya, les dejo mi manifiesto para que sepan qué hacer cuando me toque partir. J .
Para cuando me toque partir:
Yo no quiero lágrimas
de pena, quiero lágrimas de alegría.
Alegría de haber
compartido el tiempo que hayamos compartido.
Alegría porque al fin
seré una con el Padre.
Al fin podré mirarlo
Cara a cara.
Quiero que cuando me
muera, me pongan en una caja, no un ataúd.
Una caja de cartón, de
madera, da igual.
Quiero que en ella
pinten alegría.
Que la llenen de
colores.
Que le escriban lo que
compartimos.
Porque si no me toca ir arriba, al menos me llevaré su amor y alegría.
Quiero que se rían de
mis recuerdos.
Quiero que me
recuerden feliz.
Quiero que no olviden
lo “rara” que fui.
Que no olviden mis
exasperaciones y voladas (como ahora).
Que no olviden mis depresiones
y debilidades.
Quiero que me
recuerden como lo que fui, con todo lo que fui.
Con todas las
desubicadas y todos los aciertos.
Con mis videos personales y mis cantos nerviosos,
Pero sobre todo,
quiero que me recuerden por mi alma de niña,
Porque nunca crecí en
el alma,
Porque quise ser hija
hasta el fin.
Hasta después de haber sido mamá.
Porque seguí jugando como niña con mis hijos cuando pude.
Y ya en paz, querré VOLAR al Cielo.
Querré hacerme fuego,
hacerme viento, hacerme naturaleza,
Porque no voy a querer “Descansar
en Paz”,
Porque no voy a querer descansar más.
Querré “VIVIR EN PAZ”,
alegre y de fiesta, hasta siempre.
Querré ser ese abrazo
eterno del que habló Kanki.
Querré estar en esa
carcajada estruendosa y potente sin fin que se llevó Julio.
Querré ser más hija aún
acompañada del Padre José (K).
Querré ser un GIRASOL
que NUNCA deje de mirarte a Ti.
Eso quiero cuando
parta…
Germanita,concuerdo plenamente contigo. La partida de Julio Esteban no es una pérdida sino que ganamos con su presencia en el cielo. No lo tendremos físicamente acá pero estará en todos lados con sus amigos y con nosotros. No fue un santo pero con sus imperfecciones y bondades buscó siempre lo mejor para el prójimo!!! MUCHAS GRACIAS!!!!
ResponderEliminarY acaso eso no es ser santo ? ;) :)
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