viernes, 17 de diciembre de 2021

José Antonio, “el demonio” que es igual a mi papá

Bueno, este ensayo es mi aporte a la democracia. Me quedó eterno de largo, por eso digo ensayo pero creo que esto es tan importante y estando tan encima de las elecciones, no me podía restar de dar mi opinión. Así que voy a ir mencionando algunos de los puntos que más me ha chocado ver en redes sociales, es base a los cuales he formado mi opinión. Y voy a hablar de Kast




Sí, quiero hablar de José Antonio Kast. Sólo, o casi sólo de él. 

Esto no tiene que ver con mi decisión en las urnas, cosa que decidí mantener secreta esta vez. Vez en la que la verdad, el voto nulo me parece una de las opciones más atractivas; pero como dijo, o escribió más bien Warnken, eso se verá cuando frente al voto, le pida al Espíritu Santo que me ilumine para esa decisión.

Y para quienes puedan o quisieran criticar que la imagen de una palomita mágica me ayude a votar, entiendan que para mi, es el Espíritu Santo quien ha inspirado en mi, por completo, mi forma de ver la vida, mi capacidad de reflexión, mi empatía y todas las habilidades que hacen que yo sea yo. Para mi el Espíritu Santo es en el fondo, la Fuerza Creadora, el Espíritu de la Creatividad y la manifestación en acciones de los que es finalmente, el Amor.

Por eso me apoyo en esa palomita buena onda, mágica, porque creo en la magia que significan todos esos regalos que he recibido y que también he sido capaz de regalar. Escribir, por ejemplo, es una de las cosas para mí más fehacientes de la mano de esa magia palomística en mi vida. Porque yo he visto de manera concreta cómo he logrado, veces anteriores llegar a otras personas a través “de mi pluma” y eso no es algo que yo de por sentado. Para mi, la Germanita escribiendo es sólo un canal para que Dios traspase lo que al menos siento que a mi me ha dicho a través de mi vida. Cosas que siempre he compartido porque siento que Él me las ha hecho notar con ese fin.

En este caso, es lo mismo. Escribo pidiendo de antemano, que quienes lean esto se despojen de sus prejuicios. Que quienes encuentran en JAK una figura despreciable, sin empatía y llena de odio, se reseteen sólo al menos mientras les dure la lectura de este texto. 

Y a quienes lo admiran y ven en él un hombre consecuente, que “ha hecho todo bien” sean capaces de, mientras dure la lectura de esto, por un rato, despojarse de su visión para mirarlo, quizás de una forma nueva, que es como yo siempre lo he visto. Y quiero que sepan desde ya, que esto va a significar tanto críticas como defensas a su persona. Y que por lo mismo, les ruego no enfrenten las siguientes líneas buscando cómo probarme lo contrario. Haciéndome ver que estoy equivocada o por qué puedo o no tener razón. 

Lo único que pido, es que con la mano en el corazón, sean capaces de entender que ha significado para mi ver cómo la sociedad ha tildado de machista, misógeno, poco empático, maltratador, perverso y tantas cosas mas a un hombre que es básicamente en principios, en formas y en creencias, IGUAL A MI PAPÁ.

No sé si la gente que dice ser empática se da cuenta de lo heavy que es para gente como yo, ver que por las mismas razones que tus papás son como son, que tu papá piensa como piensa y actúa como actúa, se tilde a un hombre con adjetivos tan dolorosos como los que he descrito, cuando mi papá, por ejemplo, está lejísimos de merecer alguno de esos adjetivos.

Se han hecho cientos de generalizaciones acerca de “los cuicos ”, de Los conservadores, de las mujeres que optan por dedicarse a sus hijos, de quienes apoyan a las Fuerzas Armadas, de quienes dicen “Gobierno Militar”, de los provida…todas, TODAS, cosas en las que cabe el 80% de mi “familia privilegiada”.

  1. No decir “te amo” equivale a no amar de verdad

¿Han pensado lo doloroso que es pensar que la gente asuma que yo no amo con intensidad porque no digo “Te Amo”?  ¿Lo heavy que es que se asuma que usar la expresión lingüística “te amo” haga reducir el compromiso de un matrimonio a “probablemente se casaron por convenio económico, los cuicos son todos iguales, no aman”?. Pensar que podrían decir lo mismo de mis papás (que sí se dicen te amo entre ellos pero tampoco lo andan gritando a los cuatro vientos), es doloroso.

Y con esto supongo que asumo mi “nivel de cuiqueza” porque a mi me cuesta mucho decir “te amo”. Y no porque lo encuentre flaite, si no porque de verdad no me nace usar esa palabra para expresar cuanto quiero a quienes quiero y de verdad no tengo dudas de que a quienes amo, aunque nunca haya dicho de esa manera, lo saben.


El “te amo” yo lo veo como lo ven los gringos. En inglés no existe el “te quiero” entonces “I love you” se usa en contextos familiares y con amistades. Pero en inglés para decir “I love you” a tu pareja, tienes que estar realmente enamorado. Y cuando estás realmente enamorado, ese “I love you” es para tu pareja, y puedes tanto gritarlo con fuerza al mundo y publicarlo en tus redes, como dejarlo en la intimidad como algo que compartir en ese espacio, y eso es válido. Para mí, eso es lo que pasa con personas como yo que “no decimos te amo” y de verdad, me ofende muchísimo que asuman que porque nunca lo haya dicho con esas palabras (sí lo he hecho más de una vez pero en general digo “te quiero”) mi “amar” es menos profundo. Entonces punto uno de defensa a críticas estúpidas a Kast que se contradicen con el pedir empatía a gente como él: no decir “te amo” no equivale a no amar.


  1. Ser diferente y mantener la calma no te hace desalmado:

Otra de las cosas en las que veo reflejadas a mi familia en la figura de Kast, es todo lo que tiene que ver con nuestra fe y nuestra visión del valor de la vida. Los Campos Lagos estamos tan sólo a UN HIJO de ser como la familia Kast Adriasola. Nosotros somos una familia profundamente católica. Somos 8 hijos, todos diferentes, con distintas formas de ver la vida, criados bajo una fe que para muchos encadena pero que para nosotros libera. Una fe que tiene base en la premisa de amar al prójimo como a uno mismo, lo que se traduce en reducir nuestra vida entera en AMAR. 

Otra cosa en común con los Kast, es que no sólo católicos practicantes, es que pertenecemos a Schoenstatt, un movimiento de la Iglesia Católica que tiene como principal carisma la importancia de Santa María, la Mater, como puente/atajo para llegar a Jesús, a Dios. Y en Schoenstatt existe una pedagogía de la libertad, en la que se habla de la búsqueda de “un hombre nuevo” que deje de lado él mecanicismo de seguir a las masas, para reemplazarlo por una versión de ser humano que base su vida en la libertad basada en el amor. En Schoenstatt se habla de la “suave violencia” que es intentar hacer cambios “violentos” (en el sentido de radicales) de manera tranquila, como si no se notara que se está cambiando. Se habla del concepto de “interrogante irresistible” que es eso que le pasa a uno cuando conoce a alguien que tiene “ángel”; alguien que llama la atención porque tiene “algo” que lo hace diferente, que te hace cuestionar (de ahí interrogante) inevitablemente (de ahí lo irresistible) de esa persona. Si a alguien le ha llamado la atención algo de mi personalidad, por ejemplo, es porque yo he crecido y decidido vivir bajo esos principios, y es “algo” especial es sólo el anhelo profundo de vivir arraigada en el amor a Dios, que como todos han escuchado, Dios es igual a AMOR.

En ese sentido, JAK, genera esa interrogante irresistible. Se ha hablado y alabado en los medios de su forma de mantener la calma a pesar de las barbaridades que se digan en su contra. Y lo ha dicho en entrevistas, que eso proviene puramente de ser consciente de qué hay un Dios que nos ama, y que el Amor no se sirve del odio, sino que crece de la empatía y de la defensa de la libertad. Libertad por cierto, de pensar menos o más conservadoramente. La defensa de esa libertad, pareciera sólo estar reservada para un sector político, mientras que para el otro, el ejercicio de esa libertad se lee como algo “repudiable”. Ese sería el punto dos.


Y eso de que el Amor no se sirve del odio, puede hacerle mucho ruido a muchos. Porque para muchos, Kast los odia. He leído una cantidad de cosas donde se asume que Kast ODIA a destajo, a quienes no piensan como él. Se plantea una narrativa injusta, que decide que por A o B motivos, se asuma que él es un hombre cruel y perverso, homofóbico y que odia a las mujeres. Y vuelvo a mirar hacia mi familia. Donde mi mamá, que a todo esto también toca la guitarra, canta y le escribe canciones a mi papá, postergó su vida profesional por dedicarse a lo que para ella fue siempre un sueño: sus hijos. Y en el libre albedrío que tenemos, y dentro de la empatía de la que tanto se pregona, parece no existir empatía hacia quienes eligen esa opción. Como si dedicarse a los hijos significara no quererse, cuando en realidad sólo ha resultado, en el caso de mi mamá al menos, en que mucho más gente la quiera.


  1. Los Pro-Vida no respetan la vida y odian a todos los demás 

Mi familia es Pro-Vida, y eso, cuando uno es consecuente, significa defender la vida en todas sus formas desde la fecundación a la muerte natural. En TODAS sus formas. Por eso no me sorprende que Kast hable de “salidas humanitarias” para gente que hizo cosas repudiables. O que quiera defender al que está por nacer a toda costa. Porque en nuestra concepción de la vida, toda vida humana es merecedora de ser tratada con dignidad, incluso cuando la persona no haya tratado al resto con dignidad. 

Recuerdo un documental de una mujer judía, con quien los nazis habían experimentado de niña. O sea, sufrió de primera mano el nazismo, y decidió, siendo vieja, perdonar a TODOS los nazis, públicamente. Por supuesto que causó revuelo. Se le criticaba el derecho a hacer tal declaración, cuando “nadie más” quería perdonarlos. Se hizo noticia la imagen de ella en una corte abrazando a un oficial de la SS, perdonándolo. Y ella hablaba de que el perdón era algo personal. Que no pretendía que todo el mundo hiciera lo mismo, pero que a ella, personalmente le había servido para estar en paz. Que eso de volver a mirar a quien fuera un monstruo torturador con una mirada “humanitaria” le había servido.

Y el perdón no es equivalente al olvido, y menos a la validación. Perdonar no significa pasar por alto todo malo que otro pueda haber hecho, significa reducir al otro, por monstruo que sea, a ser humano tan humano como uno. Tan falente como uno. 

Y con esto no quiero por, favor, defender ni a los nazis, ni a la dictadura y sus atrocidades en el gobierno militar acá en Chile, sólo quiero que vean, desde mi punto de vista, que es el mismo que es el mismo que el de “KKKast” (otro apodo muy muy prejuicioso). Que hace que él en vez de alegrarse por la muerte de Lucía Hirirart, tenga condolencias para su familia. Es lo mismo, cuando se habla de que se ha reunido con un torturador. Y repito, no defiendo a los torturadores, sólo, igual que Eva Kor (la señora perdonadora de nazis) , los veo desde las fragilidad y dignidad humana, como una vida más que defender. Y tampoco miro en menos el dolor de todas las familias de gente desaparecida y torturada. Eso jamás. Imagino lo horrible y profundamente doloroso que debe ser cargar con esas heridas pero por el mismo dolor sufrido, no creo que buscar el dolor de otros, o reírse de ese dolor, sea lo más humano ni lo más empático… ”no hagas lo que no te gusta que te hagan” dicen que decía Confucio…

Esto sería el punto tres: defender, o perdonar “lo indefendible” no es sinónimo de ni avalarlo ni olvidarlo. Y cuando existe una vida humana, independiente de sus errores, esta no pierde la dignidad con la que nace en consecuencia de los mismos.


  1. Kast odia a los homosexuales, y nadie que vote por él es honesto cuando le dice “te quiero” a algún homosexual (dígase tío, primo, amigo, etc)

Esta frase la vi compartida por una gran mayoría de la gente que conozco que pertenece a las minorías. 

Yo, indecisa por quien votar me la encontraba una y otra vez en las historias de Instagram de mis amigos. Y me producía una angustia terrible, sólo de pensar que esa gente que quiero, estaba asumiendo que si yo, ejerciendo mi libertad democrática decidiese votar por Kast, no lo iba a poder decir libremente, por miedo a que me quitaran el habla, o que me dejaran de querer a mi. 

Me angustiaba que tantos entendieran que una decisión política condicionaría cuánto los quiero o cuánto los entiendo. 

Me aterrorizaba pensar que si Kast gana, podrían, como en Estados Unidos, ser blancos de ataques. Me parecía terrible la ansiedad y violencia que podía llegar a producir un eventual gobierno de derecha conservador. 

Hasta que me di cuenta, que como se ha dicho en todos los tonos y desde todos lados, “no podemos dejar que gane el miedo”. Y mi decisión por Chile, independiente de cuál fuere, no podía estar determinada por el miedo a que quienes quiero, piensen que no los quiero más si tomaba una opción diferente a la de ellos. Me di cuenta que si eso llegase a pasar, eso de que me dejaran de querer, sólo significaría que nunca me quisieron…

Y en el caso de las minorías, les digo que yo no vivo en una burbuja…o que la burbuja hace años reventó, al menos, pero sí conozco minorías, y las valoro y respeto. En este blog he hablado de eso más de una vez. Además quiero a mucha gente que cabe dentro de esas categorías. ¡Mi mamá tiene un primo trans hasta! Vito, a quien contacté hace años, antes de su transición sin saber que estaba transitando, porque me di cuenta que no tenía a esta tía en facebook, y le había perdido el rastro. Y cuando la descubrí, tenía su nombre femenino en facebook pero en paréntesis su nombre social. Ahí supe de lo que estaba viviendo, le pregunté sus pronombres, y me explicó todo. Que se sentía Vittorio y que nunca lo había hablado con alguien de mi familia. Hoy es legalmente Vittorio, y por escandaloso que pudiera ser para algunos, es así. Él nació mujer biológicamente, que es una realidad inobjetable, y hoy es hombre, es pleno y es feliz. Y yo sigo queriéndolo y sé que un voto no cambiaría ese cariño…

Lo mismo pasa con primos o tíos más cercanos. Mi decisión no va a tener nada que ver con cuánto los quiero en lo personal. Y quiero que eso quede claro. Supongo que este es el cuarto punto.


Imagino que se dieron cuenta por quién voy a votar. Y es que es quien más me representa. No puedo luchar contra eso. A pesar de que sí creo que Gabriel es una buena persona con convicciones válidas, no lo siento preparado para gobernar. Además de que me parece demasiado influenciable. Yo siempre he valorado que la gente cambie de opinión, por eso nunca he criticado a quienes lo hacen, porque honestamente me parece que es de inteligentes cambiar de opinión cuando uno tiene razones, o aprende o comprende cosas diferentes. Pero a mi parecer, Boric no es inteligente. No, bromi, sí creo que es inteligente, de verdad, sólo creo que entre sus impulsividades y a veces su poca capacidad de reflexión (a mi parecer) sus cambios de opinión faltan de profundidad, y esa es también una de las razones por las que no me da confianza.

Ayer veía un vivo del dueño de “El Toro”, el de la polémica y él decía que le llamaba la atención que se hablara de valentía porque el dijo públicamente que votaba por Kast. Y dijo un punto que fue clave para mi. Que decir que uno vota por Kast sea sinónimo de valentía sólo habla de que no estamos siendo libres, en democracia. Porque si decir tu opción de manera pública es valiente, quiere decir qué hay muchos con miedo de decirla. Y no son precisamente los votantes de Boric los con miedo…


En fin, en conclusión: para mi Kast no es ningún demonio. Independiente de que me molesta profundamente su fijación con tirar abajo a Boric, que para mi no sirve para nada (la fijación), Yo veo en él a un hombre igual a mi papá, en negativo eso sí, porque a mi papá le dice Negro mi mamá, o sea, “es mate” (talla interna familiar). Pero fuera de talla, a mi me da seguridad que un hombre con los mismos valores de mi papá esté a la cabeza de Chile. Y todas estas son mis razones para votar por él… Espero que sirva de algo…

Ahora, ya después de haberlo leído, opinen lo que quieran. Yo escucho y leo todo. Pero con respeto, eso sí.

jueves, 25 de marzo de 2021

Caso SENAME y el dolor de una solución desechada...

 



Aquí niños siendo niños con nostros, la versión adulta no oficial de “amigos de Kanki”
(El árbol era un adolescente de 15 que no se quería disfrazar jajaja)

La situación que reveló el video viral acerca de SENAME, además de sentirse como un puñal al alma, me removió también por otra razón. El 2015, la Corporación Francisco Javier Lagos Olavarrieta, de ayuda al Niño enfermo, nombrada en honor a mi tío Kanki, que falleció de cáncer a los 10 años, fue cerrada después de 25 años de funcionamiento. El motivo: el gobierno decidió que no quería que privados se hiciesen cargo de esa misión.

La corporación nació de un anhelo de mi tío, que en los ochenta, en su último tiempo de vida, le dijo a mis abuelos, después de pasar mucho tiempo hospitalizado, que le gustaría hacer un hogar para acoger a todos esos niños que él veía solos en los hospitales.

Años después de su muerte, unos amigos de mis tatas revivieron la idea y así se fundó la corporación. 

La Corporación, a la que crecí visitando de niña cada vez que íbamos a Santiago. Esa por la cual cuando estaba en primero básico, organizamos en mi colegio (en Viña) el “Club de Amigos de Kanki” donde organizábamos rifas y kermesses para juntar plata para ayudar...

El Club de Kanki lo formamos puras niñitas y un niño. Duró un par de años y fue coronado con una visita a ese lugar por el cual nos juntábamos a ver formas de ayudar.

Cuando me fui a estudiar a Santiago, me tocó vivir a cuadras de la casa de la Corporación, así que decidí volverme una visita regular. La Corporación sólo recibía un máximo de 9 niños, porque la idea era que se sintiera como una casa, en el sentido de hogar. Ahí llegaban niños principalmente de regiones, con todo tipo de problemas de salud. Niños que necesitaban tratamientos especiales, que no podían recibir desde su casa, ya sea por recursos, o distancia, y que usualmente usaban camas de hospital cuando no era necesario que vivieran, realmente, hospitalizados. Así que había niños que se dializaban, guaguitas con problemas al corazón, niños quemados, niños con retrasos, traumas, etc. En definitiva, niños que necesitaban ser cuidados con cariño. Y ese era el lema de la Corporación : “El cariño hace bien”

Y es que la premisa, no sólo era slogan. Era una realidad. 

Para mi, ir a esa casa, era como ir a la casa de mi tío, cosa que hacía de los niños, mis primos. Yo iba cuando tenía ganas de ir. Los ayudaba con las tareas (porque iban al colegio como cualquier Niño), o iba sólo a jugar o a que me dejaran pintarles la cara. Un día hasta me quedé a alojar después de que se me hiciera tarde para volver a mi casa (en ese momento ya no vivía a cuadras). Esa vez, hicimos este cuadro:

En la corporación los niños pasaron decirme “tía”, a tratarme de “Ñaña”, como me dicen los niños de mi vida. Había veces en que yo llegaba a la casa con mis materiales y me sentaba en el comedor a hacer MIS propias tareas con los niños viviendo su vida a mi alrededor. 

Vivíamos a cuadras del Barrio Italia así que más de alguna vez me iba a pasear con un par a ese barrio que me encanta. Me acuerdo de darme cuenta lo poco en cuenta que tenían a las personas con discspacidad cuando la silla de ruedas no entraba por la puerta, o cuando tuvimos que subir la misma silla por las escaleras para poder conocer la tienda de una de mis profesoras de la U. Pero para que cachen, así de cómoda me sentía ahí. Ese era el nivel de cariño y confianza, los que se tienen con familia.

A pesar de todo eso, a veces también tocaban situaciones complicadas. Me tocó una vez hacer calmar a una de las niñas (ya más adolescentes) que se había puesto a discutir con una de las auxiliares y pegaba manotazos de la frustración. Ella tenía mutismo selectivo, así que era muy difícil hablar con ella, porque conmigo al menos, no lo hacía. Me acuerdo de haberle afirmado los brazos, diciéndole que la iba  a querer igual aunque me pegara, así que que parara... hasta que se calmó...

Yo fui testigo, y practicante también del poder del cariño cada vez más sanos. Fui testigo de cómo un Aladin, un Niño símbolo de la corporación que hasta salió un par de veces en la tele en los 90s, cambió su expectativa de vida al llegar ahí. Llegó a la Corporación con 9 años y sólo un cuarto de pulmón. Su diagnóstico era que moriría siendo Niño. Aladin murió a los 22, después de salir de la corporación y vivir su vida  “normal”, trabajando y todo, hasta que Dios lo quiso con él. Este es uno de los casos más concretos del poder del cariño, y es real y tangible.

Por eso indigna. Me indigna escuchar en ese video, el dolor de ese niño. Me duele en el alma. No entiendo por qué con situaciones así el gobierno tomó la decisión que tomó respecto de lugares como la Corporación. No me entra en la cabeza. ¿Es tanto el odio a la clase alta que preferimos que pasen estas cosas antes de que gente que quizás tiene más recursos, pueda usarlos en pro de estas causas? No tiene sentido. Ningún sentido.

Quizás el tiempo de la corporación era ese. Quizás no la hubiéramos podido seguir manejando con los temas familiares que vinieron después (y no es que la sostuviera mi familia, tenía una red de socios, pero la familia estaba muy involucrada). Quién sabe. Lo que sí sé, es que si esa decisión estatal no hubiese existido, al menos seguiríamos intentando curar a través del cariño. Quizás habría menos niños llorando. Quizás habría niños menos enfermos y más felices. Y sólo ese quizás, debería haber sido suficiente...


                              

Muestras de cómo funcionaba “el cariño”  

La foto de la derecha abajo fue de hace un par de años cuando nos juntamos ya cerrada la Corporación 




 

miércoles, 27 de enero de 2021

La hipocresía de la inGratitud: un mea culpa

Ilustración (intervenida) de cathyconnolly en etsy


Hoy, no sé a raíz de qué, me acordé de mi miedo “a que la gente que quiero me deje de querer por ingrata”. 


¡Ah! ya me acordé cómo llegué a eso (¡Bienvenidos a mi tren de pensamiento!)

Estaba pensando en mi inexistente vida amorosa y en qué podría hacerme sonar interesante –que fuera verdad y hablara de mi, obvio–  en mi perfil de Bumble (una aplicación que he usado para conversar con gente nueva en la pandemia)


[no puedo evitar lo que pienso so...] 

Pensaba en que no quería estar soltera a los 30, pero que al parecer tendría que empezar a hacerme la idea de aceptar eso y de que “no es tan terrible”.

Sé que mucha gente va a tener ganas de decirme que todavía soy joven y que las imposiciones de la sociedad... que ellos “encontraron el amors más viejos” y que todo tiene sus tiempos y bla bla; pero mi “sueño” de casarme antes de los 30, en verdad está más ligado a ser mamá antes de los 30 (porque siempre me imaginé como mamá joven, con harta energía para jugar harto con mis niños). 

O sea, más que la idea del “príncipe azul”, tiene que ver con la idea de “la familia feliz” (y joven).


Y en medio de ese tren de pensamientos  me acordé de una de las conversaciones con uno de mis “matches”, hablando en profundidad de la vida (quienes me conocen saben que soy mala para hacer “small talk” y soy fan de las “big/huge/deep/at times lateras” conversaciones), que me preguntó cuál era mi mayor miedo. Yo sin pensarlo le respondí que era que mis amigas dejaran de quererme por ingrata.

Me acuerdo que me preguntó entonces, si era muy ingrata, y yo le dije que no era que fuera ingrata, porque las quería mucho mucho, pero que era pésima para como*, demostrar mi afecto, porque “es que yo nunca llamo a nadie”. Le decía que siempre tengo presentes a los que quiero. Que siempre pienso en la gente que quiero (y me sonrió o dirijo mis pensamientos al cielo, y le pido a Dios por ellos cuando lo hago), pero que nunca los llamo. Yo no llamo a nadie en verdad. Prácticamente nunca. Tampoco soy de empezar las conversaciones por WhatsApp por ejemplo...


Y he pensado tantas veces en esa idea de que “dejen de quererme por ingrata”, que después hasta me siento culpable por haber sido capaz de  creer que la gente que me quiere dejaría de hacerlo. Como dándome cuenta de que esa gente me ha querido y me quiere, lo hace profundamente; de lo afortunada que soy porque esos lazos de raíces profundas con ellos, mantienen ese cariño del que nunca debería dudar; y de que pensar así sería estar subestimando la calidad de los mismos (lazos).


En fin, siempre me acuerdo de esa conversación, que quizás la pregunta no es tan rara (la de los miedos). Pero la verdad es que se me viene constantemente a la cabeza esa idea de mi mayor miedo porque después me di cuenta que en realidad (por lo expuesto arriba) ese no era mi mayor miedo. Que la verdad, y retomo lo de más arriba, mi mayor miedo era no ser nunca mamá. Pero yo siento de corazón, profundamente que Dios me hizo para ser mamá, así que aunque sea adoptando “más vieja” y solterona (si mi destino no era casarme o si no me muero antes 😆), yo VOY a ser mamá.


Pero en fin, y ahora retomando ese primer miedo que se me vino a la cabeza (que debería ser la idea principal de este escrito, y no la de “yo y ser mamá”), el miedo de la ingratitud, recién ahora (imagínense con todo lo que yo he escrito y predico de la gratitud) me di cuenta, o asimilé, más bien, que la in-Gratitud, era precisamente eso: lo contrario de la gratitud. Me di cuenta, de cuantas veces he hablado de lo potente que es un gesto concreto de gratitud con extraños y que no estaba aplicando los mismos principios con la gente que más quiero. 


Porque de que agradezco desde el fondo de mi corazón el tener las amigas que tengo, los hermanos que tengo, en fin, la familia que tengo; de eso no hay duda. Pero acabo de darme cuenta (son las 9:30 am) de que el principio, las bases de la existencia de mi proyecto gratitud, de mis tarjetas de gratitud, era y ha sido siempre el transformar la gratitud que damos por sentada, en un gesto concreto. Y me di cuenta recién, que yo no estaba cumpliendo con mi propia propuesta. 


Por eso hago un meaj culpa. Por eso les pido perdón, en especial a aquellos que siento que les debo la más inmensa gratitud. A quienes nunca llamo y debería. A quienes hasta he ignorado a veces. A mis amigas del alma, a mis padrinos, mis abuelas (🥺 todavía se me estruja el corazón de pensar que no me quedan Tatas aquí abajo), en fin, mi familia de sangre y a la del corazón; a quienes me han dado su su tiempo, su oreja, su cariño, y quizás yo no he hecho lo mismo. Sepan que de verdad siento una inmensa gratitud hacia ustedes.


Voy a intentar esforzarme por mejorar en este aspecto. Voy a intentar ser más yo quien empiece las conversaciones, o quien haga la primera llamada. De verdad, lo pongo aquí como prueba y declaración de conocimiento público. Me lo pueden sacar en cara más adelante si no cumplo, les doy permiso jajaja.


Los quiero, los pienso, y de cualquier manera, seguiré sonriendo y mirando al cielo cada vez que se vengan a mi memoria.


Y gracias corazón siempre por leer estos textos eternos y espero, no muy lateros. 


*Tío Orlando, le dedico esta muletilla a usted y a todos los recuerdos de su cara cuando contaba cosas en la mesa sobreutilizándola y me tupía porque me daba cuenta que no sabía hablar bien sin ella jajajajaja


PD: Hoy cumple años la familia Campos Calvo. Están de Aniversario la Ita y el Tata Alejandro. Mis abuelos paternos. Les dedico especialmente a ellos estas palabras. Al Tata que estoy segura, por primera vez se va a agachar desde una altura aún más grande que la usual, para darle un beso y acompañar a nuestra Ita amada🥺💝. Gracias eterno al cielo Tatita por SER 🕊🌻 

sábado, 9 de enero de 2021

¿Y si cada persona fuera un Universo?


Gratitud al Creador, a nuestra pequeñez y a la inmensidad del cielo.


Este finde pasado me fui roadtripeando con mi mamá, mi abuela y Marion, la “gemela” alemana de mi mamá al Valle del Elqui. 

Desde siempre he amado las estrellas y desde ese mismo siempre, cada vez que me encuentro bajo un cielo estrellado, intento darme un tiempo para echarme sólo a contemplarlo. 


(Empecé este texto en Octubre de 2018 y sólo escribí eso...continuó con la reflexión hoy, en enero de 2021, una vez, más bajo el cielo estrellado del Valle del Elqui)


Y así, situada bajo un manto de estrellas, no puedo evitar volver a notar y reforzar la conciencia de nuestra pequeñez. Lo insignificantes que podemos llegar a ser frente a la inmensidad infinita del Universo. Miro las estrellas y pienso en la distancia. En esas distancias de años luz, tan distantes, que hacen posible convivir en un mismo momento el pasado y el futuro. O el presente más bien. Y es que se supone que esas estrellas que vemos están tan lejos (no sé si todas) que si pudiéramos teletransportarnos hacia ellas, no las encontraríamos, puesto que por su lejanía, la imagen que vemos nos llega con delay.

O sea, si lo pensamos al revés, si pudiéramos teletransportarnos a alguna estrella de nuestra elección, el llegar a ella significaría haber viajado en el tiempo. ¿Que loco no?


Me acuerdo que cuando iba en séptimo básico, mi mamá me explicó esto. Me dijo que si viajáramos a una estrella, iríamos al pasado. Yo recuerdo haberle comentado eso a mi mejor amiga (esto hace 16 años...y es la misma amiga querida de hoy) y que en alguna clase, ella levantó la mano y dijo eso, y el profesor le dijo que “¿de dónde había sacado eso?” Y el resto de la clase se rió de ella. Recuerdo haberme sentido horrible porque “era mi culpa”. Hoy me da un poco de rabia la poca creatividad de ese profesor para entender eso que mi mamá me dijo y que mi amiga trató de explicar.


En fin, volviendo a ubicarme bajo las estrellas, como decía, es inevitable pensar en esas cosas existencialistas.

Lo vasto de lo que nos rodea nos puede hacer sentir grandes, por ser parte de algo tan maravilloso pero a la vez, vuelvo a repetir, nos recuerda nuestra pequeñez.


Pienso en la concepción de la Creación Divina, en Dios y cómo lo veo yo. Cómo lo creo yo. Pienso en que se supone que somos “su imagen y semejanza”. Pienso en cómo siempre hemos creído que somos los más importantes. 

Pienso en lo vasto de la creación, en otras galaxias, en lo complejo de todo. Pienso en los extraterrestres. Pienso que no podemos “estar solos”. No podemos “ser los únicos”. ¿Para qué tanto Universo, tantas galaxias, si “lo importante” (supuestamente) ocupa sólo el lugar de un punto azul.

Pienso entonces, si habrán otras Tierras, en otras galaxias. Si habrán otras u otros como yo, haciéndose las mismas preguntas. 

Pienso en Jesús, y si su historia sería igual para los “extraterrestres” o si habrán otras versiones de Jesús. 

Pienso que pensar así, quizás no se ajuste a la historia según la Iglesia (católica), pero al mismo tiempo recuerdo las palabras del cura en la última misa a la que fui (virtualmente, hace una semana). “Nadie es dueño de la verdad. Sólo Dios tiene la verdad; y nunca deberíamos creer que sabemos cuál es esa verdad, porque nunca la sabremos, puesto que le pertenece a Él”. 

Y no veo eso como que Dios tenga el monopolio de la Verdad y nosotros no podamos conocerla, pero imagino que es algo tan inmenso/importante/relevante/complejo que nuestra humanidad es simplemente incapaz de alcanzarla.

Y en ese misterio de la Verdad, cabe todo mi intrincado pensamiento. 


Todos esos cuestionamientos, que sé jamás podré responder, me hacen pensar y seguir pensando.

Pienso en las imágenes de la Vía Láctea, pienso en que no entiendo realmente cómo “sacan” esas imágenes, y al igual que me pasa con las cámaras fotográficas, me gusta pensar que ahí hay magia. Sé que todo es ciencia, física y química principalmente en lo de las fotos; pero me gusta la idea de la magia de inmortalizar un recuerdo, un momento, un paisaje, una galaxia.


Pienso entonces en esas imágenes de nuestra galaxia, y pienso en esa imagen (que acabo de aprender, es de una nebulosa) que comparan con un iris, o sea, un ojo humano.



Y no puedo evitar pensarlo ¿Y si cada persona fuera un Universo? ¿Y si con los universos fuera todo como las muñecas Rusas (uno adentro de otro, adentro de otro, adentro de otro, etc), y en cada mirada contuviéramos una galaxia? ¿Y si entonces, estuviéramos constantemente compartiendo con extraterrestres? ¿Y si los extraterrestres no fueran más, entonces, que lo qué hay en lo profundo de cada ser? 


No sé mucho(o sé nada) de astronomía, pero sé qué hay tantos misterios como para que esto pueda ser... 

Pienso en los hoyos negros, y qué podrían significar, en una realidad de miradas galácticas. Pienso en lo complejo de todo, en lo poco que sabemos. En lo mucho por descubrir. Vuelvo a pensar en nuestra pequeñez. 

Miro al cielo, y contemplo el manto de estrellas. Pienso en el Creador. Pienso en cada detalle. Me lo imagino pintando un lienzo eterno, que nunca acaba porque todo cambia y entonces hay que volver a pintarlo. Pienso en lo maravilloso de esa pintura. Pienso en el Creador y en sus manos. Pienso en sus manos y agradezco por las mías. 


Mis manos que aunque en tan menor escala, pueden crear; pueden pintar, pueden escribir. 

Pienso en el Creador y veo su obra. Pienso en la inmensidad del cielo y no puedo más que agradecer...