jueves, 18 de enero de 2024

¿Es ser homosexual anti-natural? Lo que dice la Biblia, la Iglesia y lo que pienso (y siento) yo



Primero que todo, quiero invitar a quienes no son religiosos, a abrir su mente y corazón y tomarse el tiempo de leer lo que voy a escribir. Quizás les haga sentido y quizás no. Quizás me juzguen por ello o quizás empaticen conmigo. 

A los religiosos, les pido lo mismo. Que me lean con el corazón y la mente abiertos, y hasta el final. Quizás su visión sea como la mía. Quizás sea opuesta. De cualquier modo, me encantaría que me respondieran de sus opiniones y sentires. 

Creo que este tema, que va a finalmente terminar siendo sobre la homosexualidad, es uno que vale la pena ser conversado, porque en la actualidad es muy relevante, y pasa a transformarse en la base de una serie de conductas que dictan, al día de hoy, la forma en que nos tratamos como seres humanos. Hablar de cómo vemos este tema nos obliga a hablar de la tolerancia y la empatía, y quisiera de corazón, que la conversación se centrara en eso.

Ahora voy con mis puntos y mis dudas, todas ellas nacen tanto de mi amor a Dios, como de mi formación religiosa en la Iglesia Católica, en la que creo profundamente (a pesar de su humana e imperfecta historia).


1. ¿Es el Papa Francisco, y sus últimas declaraciones, un reflejo de cómo el demonio se ha ido colando en nuestro mundo?

Todos saben lo católica que soy, por lo tanto, no debería sorprenderles que siga a la iglesia en diversas formas. Las redes sociales no son la excepción y la verdad, no basta seguir cosas católicas para enterarse de lo que pasa en el Vaticano. 

No tienen idea la cantidad de comentarios que he leído acerca de lo "lejos de la Biblia" que está Francisco. Cuánta gente lo condena por "no seguirla" tan sólo por hablar de ACEPTAR, la diversidad de tendencias, preferencias o atracción sexuales.

Ahora esto de "aceptar la diversidad de tendencias sexuales" claro que está muy lejos de lo que uno siempre ha asociado a la Iglesia; sin embargo, el aceptar estas tendencias, sólo habla, en código Cristo, de aceptar la universalidad de la que está compuesta la humanidad. Habla directamente de amar al prójimo, con todo lo que sea y traiga, sin excepción.

Es cierto que la Iglesia condena, por ejemplo, el acto de la homosexualidad, el practicarla (más adelante voy a hablar de por qué me hace ruido el condenarla), pero no condena a las personas con tendencia homosexual.

La Iglesia en su catecismo (sus reglas, básicamente) habla de que las personas homosexuales EXISTEN. Y que están llamadas, por ir "en contra de la ley natural" (otra vez, hablaré de esto más adelante) a la castidad. Se habla de que estas personas han sido cargadas con una cruz muy pesada, y son llamados a cargarla, evitando así toda práctica que "concretice" estas tendencias.

Con esto, quiero sólo aclarar, que finalmente, el mensaje de Cristo, es AMAR a todos, y que basando nuestra fe católica en ese mensaje, sería inconsecuente condenar a quienes por naturaleza (se considere o no desviada) tienen una tendencia distinta a la tradicional. Es decir, lo anti-bíblico, sería finalmente, juzgar, o "no amar" a esas personas, basado en sus tendencias o instintos. 




2. La Biblia condena los actos homosexuales.

Quienes practican el catolicismo, saben que nosotros, los católicos no somos de sabernos de memoria la biblia. Saben que la importancia que le damos a las Sagradas Escrituras tienen más que ver con llevar su mensaje en nuestro día a día que aprenderse el texto literal de memoria.

Por eso, antes de escribir esto, busqué en la Biblia, dónde se condenaban los actos de esta índole o qué es lo que dice la misma, que hace que tantos cristianos la entiendan como un llamado a rechazar todo acto o tipo de referencias a la homosexualidad.

Del antiguo testamento, se habla de Sodoma y Gomorra, dos ciudades que fueron destruidas por Dios porque su gente vivía en el pecado.

En mi memoria eran ciudades donde reinaba la lujuria. Yo me imaginaba literal una mega orgía, con una sexualidad exacerbada, donde se hablaba y practicaba la homosexualidad de manera desenfrenada; entonces me fui a buscar el texto literal. Y me encontré con que no mencionan jamás el concepto.

Todo el lío, es una especulación, al final, acerca de lo que quiso decir un texto escrito hace más de dos mil años. Un texto por supuesto respetable, pero lleno de metáforas, en el que se habla de la creación del mundo de una manera que descarta cualquier tipo de evolución, si se le toma literal, y eso es algo que los católicos no hacemos (soy consciente que muchas otras religiones lo hacen).

Nosotros creemos en la ciencia, en la existencia de los dinosaurios, en la evolución estudiada por Darwin, y si creyeramos en el Antiguo Testamento de forma literal, nada de eso cabría en nuestro razonamiento.

Volviendo a Sodoma y Gomorra, siempre pensaba, antes de ir al texto, que probablemente lo que condenaba, más que la homosexualidad misma (porque realmente no me cabe que Dios juzgue la atracción intrínseca de alguien por una persona del mismo sexo sólo por existir) era la lujuria. Era la sexualidad usada no como un acto "sagrado" sino como una rendición ante nuestros más animalísticos instintos. Me imaginaba que seguramente, lo malo de esas ciudades, era que habían caído en las tentaciones "de la carne" que podrían considerarse como una falta a nuestra humanidad, que debiera ser capaz de estar por sobre nuestro instinto animal.

Y lo que me encontré al leer el pasaje de la Biblia, es una condena al desorden, pero bastante vaga.

Sodoma en llamas 

Se menciona varias veces que Yaveh, Dios estaba enojado con esos pueblos pero no dice expresamente nada de la homosexualidad persé. Algo que podría dar luces de la perversión que representan estás ciudades destruidas por el mismo Dios, según entonces, la tradición judeocristiana, es el siguiente texto:

«He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no tendió la mano al afligido y al mendigo. Y se llenaron de soberbia y abominaron de mi Ley.»

Ezequiel 16:49-50

Se habla de que Sodoma era un lugar donde finalmente, el pecado tenía que ver con la falta de amor al prójimo, y en la interpretación según lo que leí, finalmente toda condena al acto sexual sin trasfondo más que el del placer vacío, conlleva una falta en contra del prójimo, o del propio cuerpo, templo de Dios.

Entonces, ¿es la homosexualidad realmente lo condenado en la Biblia? ¿O es la sumisión desmedida a los instintos carnales, sin perjuicio de lo que significan para nuestra humanidad y su valor sagrado?

Para mí es totalmente lo segundo. 


3. La Homosexualidad es anti-natural. Va en contra de la naturaleza del hombre, por eso la relación matrimonial, debe ser siempre, en función de nuestra Naturaleza Creada, entre un hombre y una mujer.


Este punto me parece súper interesante, porque aquí, yo difiero un montón con la visión de mi Iglesia. Y debo decir que no fue siempre así. 

Cuando estaba en el colegio, mi visión de la homosexualidad era muy cerrada. Para mí eso era algo antinatura. Una desviación errada. 

Me acuerdo de haberlo discutido con la Mota, una profesora de costura que tuve antes de entrar a la U, que para mí, en ese entonces, era muy liberal.

Mi yo conservador de 18 años decía que no debería existir el matrimonio ente personas del mismo sexo porque no era natural. Ella me refutaba que no tenía por qué no existir. Yo decía, que un matrimonio así no podía "dar frutos", que esa era uno de los fines del matrimonio.

Ella me hizo una pregunta que me hizo cuestionarme las cosas como no lo había hecho antes...

Me preguntó si la gente con síndrome de down tenía derecho a enamorarse, porque ellos tampoco podían tener hijos (acabo de investigar que sí pueden pero es muy difícil, más si ambos padres tienen el sidrome) 

En fin, eso me quedó dando vueltas, y entonces pensé en la gente infértil. Y ya perdió sentido mi primer argumento. Si el acto sexual y/o el matrimonio estuvieran condicionados por la posibilidad de procrear, entonces las personas infértiles, en teoría, tampoco deberían casarse. Absurdo, ¿no?

Cabe destacar, que mi yo de 18 años no conocía a ninguna persona homosexual. Al menos no salida del closet, por lo que realmente no tenía idea de la realidad de alguien "diverso" sexualmente y eso me hacía tener menos empatía.

Quiero pedir públicamente, que no juzguen a mi yo adolescente. Yo soy un producto de cómo crecí y cómo fui educada y todo lo que pienso y soy, es producto de haber pensado y vivido todo lo que viví. Y me siento orgullosa de siempre haber sido fiel a mis ideas, y que eso significara también, cambiarlas cuando me dejaran de hacer sentido... 

Además, ayer leí una frase que me encantó:

"El pasado es otro país, ahí se hacen las cosas diferente". Y es tal cual. Mi pasado es totalmente otro país...

Ahora, sobre lo anti-natural... ¿Es realmente algo anti-natural, algo que se encuentra vastamente en la Naturaleza? No son acaso, parte de nuestra naturaleza, nuestros instintos. Si es así, ¿cómo un instinto va a ser anti-natural?

Y si volvemos al tema de la procreación, de la fertilidad y hasta del mismo acto sexual; creo que reducir al ser humano a la parte sexual también está mal. Somos seres sexuales, sí. Pero somos mucho más que eso. 

Reducir las relaciones humanas sólo al plano sexual, sólo a la posibilidad de reproducción, me parece centrar la humanidad completa en algo que es sólo una parte de ella.

Ser "humano" es mucho más profundo que de quién me enamoro. La experiencia humana es vastamente superior a la pura sexualidad, pero esta es también, parte fundamental de nosotros. Es parte de nuestro ser tanto humano, como animal. Porque somos, biológicamente, animales. Y como animales, existe en nosotros un instinto natural. Entonces, ¿Qué es lo natural? ¿Obedecer a nuestra naturaleza animal o a nuestra naturaleza humana? ¿Acaso quienes aman a alguien de su mismo sexo, sólo obedencen a su naturaleza animal? Y es que para mí, NO. 

Cuando se ama, cuando se ama de verdad, se ama con todos los instintos. Y lo humano, en amar, siempre prevalece. ¿No es acaso más natural, más humano, AMAR en profundidad a un otro? ¿Por qué el AMOR de algunas se juzga por a quién se dirige? Lo juzgable, debiera ser la calidad del amor. La pureza con que se ama. Para mi el mensaje de Cristo está ahí. En amar por sobre todas las cosas, en amar a Dios, en amar al Amor, y en ver ese Amor en otros y ejercerlo con todas nuestras fuerzas.

Además siempre he pensado, ¿Cuál es la alternativa? ¿Que la gente homosexual se quede sola, o que se casen entre personas que no se aman? ¿Cómo amar genuinamente a alguien de tu mismo sexo no va a ser mejor que no amar a nadie?…

En fin, lo que yo creo, es que Dios nos ama. Que Jesús vino a aclararnos que su amor no tiene límites y para mí, amar, nunca puede ser malo, si no haces daño amando...

Puede que, y ojalá así sea, muchos tengan cosas que refutarme, o quizás no. Pero por favor, háganlo. Quiero abrir el diálogo, porque creo que es importante…

Hace mucho que tenía ganas de escribir de esto, porque ya es mucha gente la que quiero mucho y que ha sufrido por ser juzgada (o por el miedo a serlo) por amar "a quien no debería amar". 

Es mucha la gente que conozco, también, que ama a Dios por sobre todo, que da su vida por Él y que se siente juzgada por otros que también dicen amarlo. Gente católica, que ama a una iglesia que muchas veces los rechaza. A todos ellos, ustedes saben quiénes son. Los quiero, admiro y abrazo por su valentía de vivir una vida tantas veces en contra de la corriente. 

Y al Papa, que nunca va a leer esto: GRACIAS. Gracias por querer abrir la Iglesia, por centrarse en el mensaje de un Cristo Humilde, buen Pastor, que ama a cada una de sus ovejas sin excepción ni límites y que ha luchado contra críticas de su propio mundo y del externo, por ser fiel al mensaje de amor que Jesús nos vino a enseñar.




martes, 2 de mayo de 2023

Mi salud mental y yo: de la “normalidad” a la bipolaridad

Ayer empezó el mes de la salud mental en USA, que hay día y mes de todo pero me agarro de eso para hacer mi aporte. Siempre me pasa que pienso “debería escribir en el día mundial contra el suicidio” o “debería publicar algo el día de la bipolaridad” y nunca lo hago. O porque se me pasa o porque Justo no estoy inspirada pero ahora sí quiero poner un granito en la discusión (o continuar haciéndolo).

Siempre digo “esto es lo más importante que he escrito pero es que cada vez supero en importancia mis escritos anteriores, y para mi las conciencias tanto de la gratitud como de la salud mental son, efectivamente, lo más importante que sale de “mi pluma”. Así que parto…

Mi historia con la salud mental empieza mucho antes de la crisis que desencadenó mi bipolaridad. Sólo que antes de eso, mis rollos eran más emocionales que químicos  o anímicos. 

Yo no me di cuenta hasta grande de lo que me pasaba de niña. En mi caso, he lidiado toda la vida con inseguridades y con una autoestima la verdad extremadamente baja. Y todo por no sentirme suficiente. Suficientemente linda, suficientemente hábil para los deportes, suficientemente sociable o hasta suficientemente buena, a pesar de ser la epítome de una “niña buena” creciendo.

La  primera vez que sentí esto último fue una que estábamos en el mall con mi mamá de niños y como siempre, ella nos hacía numerarnos para asegurarnos que estuviésemos todos. Decíamos entonces nuestro número antes de bajar del auto, y una vez arriba, al final de un paseo. Mi mamá siempre decía que no tenía niños de sobra para perdernos, y que por eso nos contaba.

No sé qué edad habré tenido, seguro era una niña, pero le dije a mi mamá inocentemente “deberíamos tener un hermano robot para que haya un niño extra, para que se pueda perder”. La cara y respuesta de desaprobación de mi mamá al escuchar mi idea fue tal, que nunca se me olvidó. Íbamos en una escalera mecánica y me dieron ganas de llorar, y me odié por tener una idea tan cruel que generara esa reacción en mi mamá. No sé si ella sepa esta historia porque es algo que guardé en el corazón sólo como un archivo de lo “mala” que podría llegar a ser. O así me sentí al menos. Tal vez se lo conté, no lo sé la verdad.

Otra vez me pasó, era creo que quinto básico. Vivíamos a un paso de peatones del colegio. Mi amiga Yuyú estaba de visita en Viña y a la hora de almuerzo la invité a mi casa. Había espinacas. Esta vez no recuerdo qué fue lo que dije, pero hice algún comentario que otra vez generó es mi mamá la misma mirada de desaprobación. Y no quiero que la culPochidad (la culpa que la Pochi, mi mamá, suele sentir) ataque y que mamá, cuando leas esto te sientas culpable, porque seguro fueron reacciones naturales y “dignas” de ser, pero ahí me doy cuenta lo importante que ha sido para mi siempre tener la aprobación de mi mamá. Ni siquiera porque me lo exigiera, sino porque la admiro tanto, que siempre he querido ser como ella, y estas cosas me hacían sentir lo lejos que estaba de lograrlo. O así lo veía mi ser más joven… Y bueno, volviendo al almuerzo, no sé qué habré dicho, pero me dio la misma sensación que en las escaleras mecánicas, una culpa y un odio tan grandes, que me hicieron odiarme por un momento. Esa fue la primera vez que “me hice daño” como “coping mechanism”. En la misma mesa, tomé llena de rabia conmigo misma un tenedor, y sin que nadie me viera me hice en la mano una especie de marca del Indio. Fue una forma de castigarme, supongo, por “ser tan mala”. Lo más loco era la naturalidad con la que hablaba de la cicatriz que me dejé. Creo que fue el primer indicio de mi inestabilidad. 


Esta Germanita orgullosa de ser la con mejores notas 

ya se odiaba un poquito a sí misma 



Me acuerdo perfecto cuando en la mesa, el Tío Nelson, el papá de mi mejor amiga me preguntó que me había pasado en la mano, y yo le respondí como si fuera normal “me la rompí con un tenedor….es que me enojé conmigo y me rompí”…

Después me di cuenta que eso se llamaba “auto-castigo” y que esa no era la única forma en que yo ejercía esa práctica. 

Quienes me conocen bien, saben que me como las uñas hasta el día de hoy. Un día descubrí que la forma en que lo hago yo, se llama “onicofagia”. Y es un nivel de comerse las uñas tan intenso, que pasa a ser trastorno, porque está ligado a la ansiedad y al autocastigo. A mi me han dolido los dedos, me he sacado sangre en mis peores momentos con la onicofagia, y la única vez que logré estar más de un mes sin morderme las uñas, fue un mes en el que estaba ultra estable emocionalmente. En un buen lugar con mis amigos y con mi trabajo. Era tal lo bien que me sentía que recuerdo perfecto la fecha: noviembre de 2021. Nunca he vuelto a lograrlo, pero esa vez me demostré capaz de vencer mi usual falta de fuerza de voluntad (otra de las cosas que me hacen quererme poco…)

Le mostraba a mis amigas con mucho orgullo mis manos con uñas reales largas. Creo que fue un hito en mi vida lograrlo, a pesar de que después volví a comerme las uñas y sigo haciéndolo hasta hoy, porque me demostré que era capaz y eso era suficiente para quererme un poquito más…


En fin, todo esto del odio a mi misma que pasó desde mi infancia a mi adolescencia y de lo que todavía quedan vestigios que sigo trabajando con mi psicóloga, fueron los primeros signos de mis “temas” con la salud mental. 

Después descubrí que pasar de largo en un día de clases escolares por hacerle una sorpresa para el día del papá/mamá o para los cumpleaños, tampoco era normal. Al parecer ahí yacían los primeros vestigios de lo que después entendería como mi lado maniaco. Sin embargo, nada de esto era para mi evidente siendo más chica. 

A pesar de mi auto-odio, siempre me sentí dentro de todo “normal”. Tanto así que juzgaba mal a quienes hablaban de salud mental sin tapujos. No entendía cómo no les daba vergüenza a mis compañeras de electivo artístico hablar de sus idas al psicólogo. Si eso era como demostrar que “estabai loco”. ¡Imagínense el nivel de ignorancia! 

Yo era del tipo de personas por las que escribo estas cosas hoy. Y no me di cuenta de lo dañino que era ser así hasta que me tocó a mi ser “la loca”. Me dolía el alma pensar que alguien me juzgara como yo lo hacía antes. Por eso decidí desde temprano que iba a hacer público mi diagnóstico de bipolaridad cuando me lo dieron.

No fue nada fácil, ni enfrentar mi propio prejuicio con la enfermedad, ni dejar de preocuparme por lo que pensaran de mi. Mi ex (que por mucho tiempo "me odiaba") me advirtió una vez que sus amigos le estaban comentando que "¿qué onda yo?", que por algún video que subí, “parecía loca”. Que según él "yo le importaba” y que le preocupaba que pensaran que estaba loca. Creo que le importaba más a él esto, porque yo lo ignoré. Yo había decidido expresamente compartir “mi locura” precisamente para que se dejara de tildar de “locos” de forma despectiva a gente como yo.

Como decía, no fue nada fácil aceptar mi diagnóstico, aún después de llevar más de dos años buscando encontrarlo. Me acuerdo que por un lado fue un alivio saber qué era lo que tenía, ponerle nombre a mi trastorno; pero por otro lado enfrentar el estigma de la bipolaridad, acompañado de una frustración inicial al no saber “cuál era la verdadera Germanita”, no fue nada fácil. El diagnóstico vino acompañado de mucho llanto. El mismo llanto que surgía cada vez que sin entender qué me había pasado ese marzo de 2010, cuando tuve la crisis que me cambió la vida, le preguntaba a Dios por qué me había pasado esto. Por qué me castigaba, sin odiarlo, pero sin entenderlo, si yo había sido buena; si me portaba bien, hacía caso, no mentía, tenía buenas notas. Había crecido haciendo “todo bien”…

Hoy, lo que en un principio veía como una cruz pesada, es una cruz florecida. Todo lo que soy se lo debo a la vida que he tenido. Todas las experiencias que he vivido se las debo a ser bipolar básicamente…



Así veo yo mi bipolaridad, como una cruz florecida



Mi Proyecto Gratitud no existiría sin mi lado creativo-maniaco que me dio la seguridad para entregar las primeras tarjetas. Mi inestabilidad emocional que hizo que me costara tanto sacar mi carrera hizo que yo llegara a trabajar en Plástica. Eso me llevó, al quedarme sin trabajo con la pandemia, a dedicarme a cuidar niños, y eso fue lo que me trajo a Europa. Si yo hubiese tenido una carrera tan prolija como fueron mis años escolares, seguramente estaría trabajando de diseñadora; jamás hubiera conocido a "mis niños": a Lucas, a Mateo, a Mael, al Mati. No hubiese jugado con la Mili… jamás hubiera tenido el tiempo de ser la “Ñaña” favorita de la Flo y la Blanca o hasta de la Marti…No hubiera conocido ni a Luca ni a la Franca, Bautista, Santino y Bosco ni al Benjita…No hubiese jugado, acá en Bélgica ni con la Amelia, ni con Bruno, ni tampoco con Enzo y Charlie…No hubiese seguido los pasos de mi ídola Mary Poppins, ni hubiera tenido la oportunidad de usar mi creatividad (que es mi más grande regalo) para hacer a todos esos niños desarrollar la suya y creer en la magia.

Si no hubiese pasado por todos mis struggles de salud mental, repito, no estaría en Europa viviendo la mejor experiencia de mi vida. Conociendo el mundo como jamás imaginé que podría hacerlo. Sintiéndome útil, querida y más bonita que nunca. 

Hoy consciente de todo lo que he tenido que vivir y con la responsabilidad que siento por “escribir tan bien” como me han dicho que lo hago, uso este espacio para visibilizar la importancia de la salud mental. Ya sea desde el quererse a uno mismo sin auto exigirse demasiado, hasta el enfrentar los trastornos como parte de la realidad humana. A entender que todo tiene su lado bueno, como en esa película ganadora del Óscar “Silver Linings Playbook” con Jennifer Lawrence y un Bradley Cooper que tomaba los mismos remedios que yo, en donde me vi reflejada; o en ese capítulo de “Modern Love” (de Amazon Prime), donde Anne Hathaway retrata de manera magistral lo que es pasar del estado maniaco al depresivo, incluyendo en su representación todo el tema de la búsqueda de diagnósticos y ajuste de remedios. Ambas cosas las recomiendo 100%. 


Yo sé que esto está eterno de largo, llevo escribiéndolo como una hora y media (y de algún modo se me borró la primera parte y tuve que reescribirla), pero es que, cómo mencioné arriba, es posiblemente lo más importante que jamás he escrito. 

Y es que para mi es demasiado relevante que se hable de salud mental. Que se entienda que no existe una normalidad exenta de problemas en esta área. Mi ser no bipolar lidiaba con la ansiedad y la onicofagia, basadas en rollos puramente emocionales. Mi yo actual, bipolar, lidia con un trastorno que requiere de medicación, que no es sólo emocional, porque es también físico, aunque no se vea. Porque los trastornos de salud mental no son cosa de voluntad. Son desequilibrios químicos,que escapan de nuestro control y no entenderlos de esa manera, cuando se nos dice cosas como “pero si estás deprimida sólo levántate y dite a ti misma: ¡hoy voy a estar feliz! Hay muchas cosas buenas en mi vida, tengo motivos para ser feliz”, termina siendo muy dañino.

No se imaginan lo doloroso que es para uno no ser capaz de lograr hacer eso. Y también pasa con la manía, cuando me piden que me calle. La impotencia de no poder autocontrolarse, es por lejos lo peor de estos padecimientos.

Por eso requerimos de una sociedad que empatice, porque de otro modo es igual de cruel que decirle a una persona con cáncer: “pero si la mente es muy fuerte. Sólo concéntrate en eliminar con tu mente el tumor y ya vas a ver cómo te curas” 

Como si la voluntad bastara  para alterar el funcionamiento químico del cerebro. Y es qué hay gente que me va a decir que es posible. Que la mente ES así de fuerte, y me van a sacar un caso de uno en mil millones que con el poder de la mente eliminó su enfermedad; sin darse cuenta de nuevo, de lo cruel que es exigirle a una persona común y corriente que replique lo que otra en mil millones logró…


Bueno, termino repitiendo lo que siempre repito. Por un lado, es necesario que hablemos de todo esto para desestigmatizar, por otro, es muy muy importante tomarse el tiempo de encontrar esos “silver linings”. Ese "lado bueno de las cosas".

Y aquí mi favorita, la "actitud de gratitud" tiene todo que ver con lo que digo. Eso de escoger quedarse con lo bueno y lo malo dejarlo sólo como aprendizaje. Porque al final, ha sido tanto tanto bueno lo que me ha traído mi más grande dificultad, que no podría verla como algo pesado. El balde de agua fría que significó esa crisis psicótica que tuve en 2010, que terminó desencadenando mi bipolaridad, terminó siendo el balde que me limpió de prejuicios; el agua que me regaló transparencia, que me llenó de ideas bonitas y la responsable de las mejores vivencias que he tenido. Y jamás de los jamases quitaría ese baldazo de mi historia…

miércoles, 12 de abril de 2023

On being lost at nine and choosing gratitude over bad experiences


I’ve been thinking lately how a lot of people have told me I’m an optimist. Because of things I’ve written or said. And it’s weird for me, because I’ve always thought of myself as a pessimist. But I just realized I am (or was) only a pessimist when it comes to things about my own person. About how I wasn’t good enough for something. Or I would complain about how I’m bad at doing stuff (like sports or sewing…). But on the other hand, if I think about things surrounding me, I guess I am an optimist. And I guess my writings show that. Like the one about not giving up on humanity… and I just came to realize why that’s so easy for me. Or how, I guess.


And just this morning, this memory came to my mind: when I was nine, I got lost in Santiago’s “Plaza de Armas”. A place in downtown Santiago, literally the center Chile’s capital city. A place always full of people, known for its pickpockets, and so, a place definitely not safe for a nine year old girl to be lost. 

As you may know, I come from a big family. We were 6 kids at the time, and I also brought with me my at that time best friend; so my parents were in charge of 7 kids, and we had been to the center of the city kind of as tourists, as we were visiting my grandparents in Santiago (we live two hours away on the coast).


I remember how scary that was. I remember it so clearly. We went into a store and I got stuck looking at some greeting cards, and then when I looked around I saw no familiar faces. I went to the entrance of the store and just stood there crying my eyes out, cause I had lost my family. I was really scared. 

A random woman came to me and asked me what had happened. I told her crying I was lost. Not for one second I thought bad about this woman. I was just a child. So she told me to come with her, that she would help me, and so she took me to the carabineros (Chilean police). 


Santiago’s Plaza de Armas with people


I remember they put me on what I just saw as a police “bus”, and so I went into it and everybody started asking me, worried, what had happened, and why I was crying, with that tone people have when they care. I had no idea all those people were actual “law breakers”, pickpockets or “bad people”. For me they were just people who were there, worried about this little girl crying.

I remember I knew my grandmas number by memory but I was so upset I couldn’t remember it. It was horrible. And this probably only happened in less than a half hour span, maybe less, but I was so scared it felt like more.

Finally, my family had realized I wasn’t there and came to the police and found me safe and sound.


Obviously this is something very memorable in my life, and I will never forget it. And it says a lot about who I am and why I am like I am, cause I also discovered that my family never left without me. The store with the greeting cards (that I thought was a small store) had a door where you entered and you would find the actual store, which was really big, full of stationary stuff, pens, pencils, papers and painting (also coincidentally or ironically my favorite kind of store)... I just never saw this door and instead of going in the store, I was the one who actually had left. So, I was actually responsible of getting lost, but that’s not the point of sharing the story. (Just pointing how I’m usually the one getting myself in trouble since I was a kid)


My point is, that with the clear memory of how upsetting it was to feel lost at just nine in such a place, I have never ever forgotten about all those “criminal” strangers who were actually worried for me. And of course the first nice woman who took me to the police. I guess maybe, subconsciously this is one of the reasons why it’s always been easier for me to empathize with “bad” people. Cause I know, in the end, all people have some good in them. 


And choosing to treasure that part of the story, for me that’s a way to choose gratitude over bad experiences.


And I have so so many examples of this. The most recent one was right here in Belgium. This one is not about people but about circumstances. The context: there were works on the train so there were buses (that took three times as long as the train) to replace the trains. 

I had been to Brussels for the first Sunday of the month free museums, and on my way back I took the wrong bus (all this because I don’t speak the language because I was actually on time to take it). So the one I took didn’t stop at my stop. It didn’t even enter “my town”.  It stopped in the neighboring town. And I had no way of asking the bus driver because I don’t speak French and he didn’t speak English or Spanish. 

But on the ride I met a Spaniard, who sat next to me. Juan Diego (I remember clearly because it’s the name of a dear friend), who was vacationing with his girlfriend and some friends here in Belgium. He was really nice and chatting made the trip feel short. Anyway, I got off the train in the neighboring town, hoping to take a bus in the other direction that would leave me in Waterloo (where I was headed). But the next bus would go straight back to Brussels so it wasn’t useful for me. It was already like 10 pm and I had no idea how to get back “home” and I really really didn’t want to bother my friends, so I didn’t. 

In Braine L’Alleud (the neighboring town) a man who spoke Spanish and helped me ask the bus driver about getting to Waterloo, after the bus driver said “I don’t know how you can get there at this time”, said something like “but Waterloo is not that far…” and he was right, it was like a 50 min walk, so I decided to walk. But it was dark, and I’m a woman, and you know, it’s not always safe to do that as a woman…at least in Chile, so I thought “omg, these things only happen to me….WHY?” , but decided I was doing it anyway. At least Belgium was safer than Latin America (in that sense of being a woman walking alone at night).


But as I started walking, I found myself in front of a huge like plain field. It was dark with a moonlit cloudy sky, and you could see the stars through the clouds. It was beautiful. I thought “I would have never seen this view if all that hadn’t happened to me….” And so, I was grateful. And  in the end it took me just 40 minutes to get home…


Besides, thinking about it, I had Juan Diego the Spaniard, and the man who spoke Spanish for me, to be grateful for also…

 

All these kinds of anecdotes that “only happen to me” that someone once named “Germanicosas” I realized, are truly the core of my optimism. And it’s that simple, I guess. 

If you find reasons to be grateful, then being an optimist is easy. But as I’ve always stated, it’s a choice. A conscious choice. You need to “let go” (a little bit, cause there’s always something to learn) of the bad, to choose the good and finally, be grateful…


martes, 21 de marzo de 2023

Sobre merecer las cosas y el síndrome del impostor (para mi)



Todos hemos escuchado, en la última década, al menos hablar del "sindrome del impostor”,  que se definió en psicología, además de un problema de generaciones actuales, como esa sensación de no sentirse "digno" de estar en algún puesto de trabajo, a pesar de haber llegado ahí de manera legítima, causada por las inseguridades en las habilidades personales.


Me acuerdo de haber leido al respecto en la revista Mujer o Paula y haberme sentido identificada con el concepto.

En mi caso, no era quizás por ser CEO y no sentirme lo suficientemente buena para estar ahí, pero si tenía mucha resonancia en mi eso de no sentirse suficiente o de sentir que uno "no merece" lo que le pasa. Eso de sentirse como un impostor y el recurrente pensamiento tóxico “no sé por qué la gente crede que soy mejor de lo que realidad soy”…

Como si llegar donde he llegado no tuviese méritos y sólo fuese producto de la suerte o la Providencia. Porque “yo no he hecho nada”, porque las cosas me han llegado y yo he tomado las oportunidades, “entonces no hay nada que merecer”….Y es que en mi caso ese es un sentimiento recurrente. 


Hoy estoy en Europa: llevo un mes viviendo aquí, y digo viviendo porque estoy “asentada” en un lugar y cuido niños y voy a comprar, igual como lo hacía en Chile. Y yo pensaba que estar aquí era sólo suerte; por estar en el momento indicado en la situación ideal para poder hacerlo. Jamás senti que este viaje "me lo mereciera".

Es más, cuando me lo plantearon lo dudé y me sentí mal por no aceptar la propuesta de manera inmediata. En ningún caso (en mi cabeza) me merecia un viaje a Europa cuando había dudado de venir a ayudar a mi amiga aquí (que a eso vine). “No debo ser tan buena amiga como creía” pensaba de mi. Esa" duda" (en mi mente auto-castigadora) no me hacía digna de merecer nada. Y hasta me hizo sentir culpa.

Y no fue sino hasta que mi psicóloga me lo dijo, ya estando aquí en Bélgica, que me hizo sentido: "Date cuenta que te mereces esto. Te mereces disfrutar este viaje. No es suerte o sólo la voluntad de Dios. Te lo mereces por ser tú: por ser buena persona, buena amiga, por entregar a los niños que cuidas algo que sólo tú logras con el amor que pones a las cosas qué haces…”

“Te lo mereces”, la verdad jamás lo había pensado así . Pero eso de "por ser buena persona" me quedó dando vueltas...

Porque mi "no merecer" algo en lo profesional/laboral tiene que ver con mis inseguridades: que no soy tan “diseñadora de vestuario” como tal porque, a pesar de tener un título, no me gusta coser y nunca he trabajado en eso; que no soy lo suficientemente profesional para cobrar mas caro como niñera, aún cando los papás de los niños que cuido sólo los dejan conmigo (si no puedo, a veces no salen); los niños me aman (tanto como yo a ellos) y todos los trabajos que he tenido en esa área son por recomendación, o sea, tengo pruebas de que soy buena y aún así no es suficiente para sentirme "digna''.

Entonces pensé que quizas ese "no sentirme digna" es mi versión del síndrome del impostor.


Porque eso de “ser buena persona” sí me hace sentido.

Puede ser que yo no sea muchas cosas. Que sea ingrata, que sea floja o súper desordenada pero si hay algo en lo que realmente me esfuerzo, es en eso de ser buena persona. Y estoy lejos de ser perfecta, y tampoco quiero o pretende serlo pero  “ser buena” es algo que de verdad me importa. Por eso sí me esfuerzo. 


Entonces pienso que quizás para combatir las inseguridades no nos sirve que nos muestren en qué nos destacamos, si no que sólo hace falta que nos hagan notar que hay algo por lo que luchamos que se nota que lo estamos luchando, y eso, eso es suficiente para hacernos "dignos". Porque muchas veces hasta las pruebas empíricas no son suficientes para auto convencernos de nuestro valor, pero cuando el esfuerzo se nota, significa que estamos avanzando, y si reconocemos avances, podemos al menos reconocernos aunque sea un poco menos impostores…


PD: Como siempre este texto es súper personal, pero espero que resuene con quienes lo lean, especialmente si como yo, batallan con eso de “no sentirse suficiente”.


PD 2: No me vine a vivir a Europa, vine por casi 3 meses, después vuelvo a Chilito por si  a alguien le dio curiosidad.

martes, 7 de marzo de 2023

Faith in humanity 101: How to keep something that’s never been lost





It’s very common during these times to talk about people “restoring our faith in humanity”; and I’ve always found that interesting cause I have never lost faith in humanity. NEVER. I may have been disappointed sometimes by certain humans, but to generalize would be not acknowledging the inmense (and the majority) amount of good people inhabiting this Earth.


And I’ve had so many literally crazy situations were I have been benefited by random people’s good will that It honestly would be hypocritical to not recognize how much good there is in this world. And I’m not using the words “literally crazy” lightly (I never use literally lightly). As many people who know me know, I am actually a little bit “crazy”. Not to reinforce the stereotype, but I do have mental health issues that have some times made act in a crazy wreck less manner. To name a few, I’ve gotten lost at 3 am in foreign country (and continent); I’ve travelled without money to pay the trip hoping for a miracle to happen and have been given money two times by bus drivers. I’ve talked to many many many strangers at night, walking by myself as a woman in a country like mine where that is not a very safe or smart thing to do…


Nothing has ever happened to me. Well…one time an actual crazy lady punched me (in my arm, nothing too serious) at 12 am in a bus that I took cause I was too cheap to pay for an Uber and I kindly refused her ask for money to help her “supposed sick kid”. You could tell the woman had some mental issues or was drugged or something. She was very agressive and people who actually gave her some coins you could tell had done it just to avoid problems. So I actually felt bad for her, but I wasn’t going to give her money I didn’t know how she’d spent…But that’s the only bad thing to happen to me.


You can ask me for those times in the buses. One was in Chile, and the other one traveling from Barcelona to Madrid after I had lost my wallet. That second time was even crazyer cause I had payed the bus ticket but I didn’t have money to take any transport arriving; I also hadn’t slept the night before, so I was really really tired, and at the end of the trip the lady driver gave me an euro so I could pay for the metro entrance. 

And during that same trip when we stopped to eat something, people actually bought food for me, cause they heard I asked the woman in the shop we stopped on for a glass of water, since I didn’t have my wallet and couldn’t afford anything else. It was truly… overwhelmingly moving to feel the care of these random strangers.


And as you know, my @proyectogratitud as given me so many (SO MANY) good experiences with strangers and their kindness I could keep on listing situations for hours…

(I’m also pretty sure it’s dharma, also know as good karma cause I really make an effort to be kind) 



So I invite you to stop losing faith in humanity. There’s nothing to lose, nor to be found, cause it has always been there. Humans have change throughout history, but kindness as always been a constant in most human relationships. And to not realize that, is to be missing one of the most beautiful things we share as humans: the ability to care for each other, to work together and to purposely help each other when in need. Even in difficult times as wars through human history, we’ve always found ways to be kind, and that’s a fact. So don’t forget it. You just have to look at the glass half full to realize it…

lunes, 6 de marzo de 2023

Sobre ejercer la maternidad sin ser mamá, cuando realmente quieres serlo

Cuando iba en kínder, a mis 5 años, hicimos en el colegio, a final de año, un cuaderno compilado sobre qué queríamos ser cuando grandes. Entre futbolistas, marinos, doctoras y profesoras, se encontraba un dibujo de una persona de palitos, sosteniendo una guagua, con un niño en el piso, en una cocina: “Cuando grande quiero ser: MAMÁ” (la última palabra escrita con la letra de alguien que sólo sabía deletrear su propio nombre). 

el dibujo en cuestión, 1997

“Mamá” al parecer era una cosa que con certeza quería ser de grande; y la verdad no soy capaz de recordar ningún otro anhelo para el futuro de mi ser pequeña. Lo que sí recuerdo, es que para mi no fue una decisión tan profunda el escoger esa “profesión” porque (y lo recuerdo en serio), “mamá” era una palabra que yo sabia escribir y no quise pedirle ayuda a “las tías” del kínder para que me deletrearan mi palabra –como alguna compañera que quería ser, como su mamá “agente de viajes” u otra que quería ser “gimnasta”– por eso cada vez que mencionaban lo tierna que era mi opción, le quitaba crédito. Sin embargo, tener hijos es algo que efectivamente siempre he querido hacer.


Empecé a trabajar como babysitter a los 12 años. Y de hecho recuerdo haber acompañado a mi hermana de 13 a cuidar a los hijos de unos amigos de mis papás cuando tenía 10. Vivíamos en una población naval así que era seguro dejar niños al cuidado de otros niños más grandes. A los 12 entonces, me tocó cuidar una noche por primera vez a una familia de 3 niños; la mayor era compañera de curso de mi hermano de 9 años.


Entonces partí cuidando niños por mil pesos la hora, y lo seguí haciendo, ajustando la tarifa durante toda mi vida escolar, y la universidad.


Hoy soy diseñadora de vestuario y textiles de profesión, pero la pandemia me hizo cambiar de rumbo en mi carrera profesional y empecé, después de haber quedado cesante, a cuidar niños de forma regular semanalmente. 


Partí con uno de 4 años, con el que mi único propósito era jugar por un par de horas cuando llegaba del jardín después de almuerzo, mientras su familia tele-trabajaba. Se corrió la voz y empecé a cuidar a una guagua de seis meses una vez que su mamá terminó su post natal. Con él estaba 9 horas diarias, tres días a la semana. Las mañanas de los últimos dos días de la semana las rellenó mi sobrina de 2 años, hija de una prima. Y así, de repente, me convertí en niñera full time.

Mi guagua de 6 meses creció y entró a la sala cuna y me liberó para cuidar a otra de 1 año, que dejé para ayudar a cuidar por las tardes a una familia con cuatro niños. 

Cuando se me desocuparon días, empecé a cuidar regularmente a otro niño de un año, todo esto disfrutándolo muchísimo.


La verdad es que siempre he disfrutado compartir con niños, su risa es lo único capaz de, siendo bipolar con diagnóstico, sacarme una sonrisa en momentos de depresión. Por eso disfruto hacerlos reír. Por eso me volví Pintacaritas. Por eso he escrito cuentos. Por eso cuando cuido niños, los impulso a jugar y a explotar al máximo su imaginación.


Siempre he disfrutado jugar con niños porque me da una excusa para volver a ser niña. Me permite jugar e imaginar mundos con dinosaurios, arcoíris, unicornios y hasta animales inventados por mi, y vivir en esos mundos sin parecer una loca. 

Ese volver a ser niña en mundos imaginarios fue precisamente lo que me hizo enamorarme del vestuario escénico/de espectáculos mientras estudiaba diseño. 



Contextualizo acerca de mis historial de niñera y mis habilidades con los niños porque ambas cosas, siempre he sentido que son meras herramientas para ser una buena mamá. 


Tuve la suerte de nacer en una familia con ejemplos ejemplares, valga la redundancia, de madres. Mi mamá, mamá de ocho hijos, a sus 30 años ya tenía seis; su mamá, a los 32 ya tenía ocho. 


Yo siempre quise ser mamá joven. En el colegio decía que quería “o casarme a los 25 o tener a mi primer hijo a los 25 a más tardar” (habiéndome casado antes porque para mi era muy importante eso en mi adolescencia). La vida no me ayudó mucho con eso y aprendí que uno no decidía las cosas así de fácil siempre. 

A los 18 tuve una crisis psicótica que desencadenó un desorden de salud mental que me mantuvo inestable por varios años. Contra toda mi voluntad, di mi primer beso a los 21, porque nadie intentó darme un beso antes. Ese pololeo no resultó y estuve soltera 9 años. Sí, nueve. Y a pesar de que me cuestionaba mi nivel “de belleza”, o si estaba demasiado loca por mis rollos de salud mental, me costaba entender por qué no encontrándome fea ni poco interesante, nadie quería salir conmigo. Así fue entonces que tiempo pasó y yo me empecé a alejar de mi sueño de ser mamá joven. 


Recién a los 30 la vida puso en mi camino a mi segundo pololo, con tan sólo un par de pinches previos en el camino: amores de verano, o historias que no resultaron. 

Él, músico, ya papá, con una hija de 12 años y yo con cero experiencia. Nuestra relación duró cuatro meses y volví a ser la soltera que estaba acostumbrada a ser. 

No terminamos en malos términos, y me ayudó a darme cuenta que sí era capaz de ser amada y que “no soy fea”, por ridículo que suene ese pensamiento.


Hoy estoy en Bélgica, haciendo lo que estaba haciendo en Chile pero por una amiga, ayudándola con su hija, que se siente como sobrina. Hoy me levanto a vestirla, darle desayuno y llevarla al jardín, para recogerla en las tardes y hacer su rutina nocturna. Me toca jugar con ella, mudarla, hacerla reír y darle de comer. Me toca, al igual que con esa guagua con la que estaba 9 horas diarias, jugar a ser mamá por un rato. Y es un juego que me hace realmente feliz.


La gente suele preguntarme por qué no estudié o por qué no estudio educación de párvulos, y es que nunca he sentido que sea mi vocación ser parvularia. Yo amo ser diseñadora, pero la verdad es que siempre he sentido que mi vocación verdadera ES ser mamá. Y muchas veces, cuando las corrientes actuales desacreditan la maternidad como opción, cuesta que se entienda. 

Mi mamá me dijo una vez que ella no podía ser feminista porque las feministas no consideraban que la opción de ser mamá pudiera ser una opción personal, no machista y digna de ser un legítimo propósito en la vida. 

Mi mamá siempre quiso ser mamá. Ese era su sueño; y dejó su carrera para perseguirlo. Nunca lo pensó como postergarse, porque terminar su carrera hubiese postergado su sueño de ser mamá.


Cuando a mi me preguntan por qué cuido niños, siempre digo “porque quiero ser mamá y no tengo niños propios que cuidar”. Lo digo en serio, pero la verdad es que el tiempo pasa y cada vez duele más ver ese sueño alejarse. Y estoy a una edad en que mis redes están llenas de gente embarazada, esperando a sus segundos (o más) hijos, y yo me alegro con cada persona, pero el corazón se me aprieta un poco porque pienso “¿por que a mi no me pasa, si estoy lista? Si “me late el útero” cada vez que veo una guagua. Si yo también quiero fotos con guatita, también quiero compartir ecos, también quiero que me digan mamá…” (¿y por qué chucha no tengo con quién? jajaja)


Me siento afortunada de poder ejercer mi maternidad sin ser mamá, y de llevar tanto aprendido que creo que estaré bien preparada el día que me convierta en mamá. Porque de eso no tengo duda. Voy a ser mamá, ya sea con embarazos geriátricos o a través de la adopción, mi maternidad no será sólo ejercida con niños ajenos, o eso espero… y aunque el tiempo duela, seguiré disfrutando de “mis niños”. Seguiré buscando hacerlos reír para contagiarme sus sonrisas y seguiré aprendiendo a ser mamá sin serlo…